Primero vinieron

Este post no trata de actualidad político-jurídica inmediata. Va sobre sectarismo e intolerancia. Si usted se había imaginado algo diferente, siento haberle hecho perder el tiempo. Otro día habrá más suerte.

Si ha pasado usted el primer párrafo, cosa que le agradezco, podemos entrar en materia. Usted habrá oído alguna vez este famoso poema que quizá hasta le habrá puesto la carne de gallina, y que circula con algunas variantes en el orden de judíos, comunistas, etc.:

«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mi,
no había nadie más que pudiera protestar

Impresionante ¿verdad? Es posible que incluso sepa que el autor es Bertolt Brecht, uno de los más importantes dramaturgos y poetas del siglo XX.

Vaya con Brecht. Usted, si se entera ahora que es de Brecht el poema, o si ya lo sabía, comprende, leyendo esto, que es lógico que sea uno de los más importantes dramaturgos y poetas del siglo XX, figura señera y adalid del compromiso ético. Y qué bien se hace en citar el poema cada vez que se pretende animar contra la pasividad de quien no se mueve porque aún no le ha tocado el turno en cualquier restricción de derechos, creyendo que no le afecta el daño de otros. Como si el daño de CUALQUIERA no afectara al Estado de Derecho, es decir, a todos y sin pensar que además, irá detrás.

Como, pongamos, las restricciones de derechos de ahora, por ejemplo.

Aquí, la foto del señor Brecht. Imagen

Pero resulta que este estremecedor, maravilloso, imprescindible poema, que dice lo que esta bloguera COMPARTE plenamente, y con una belleza como pocas, resulta que no es de Bertolt Brecht, sino de otro señor también alemán: un pastor protestante luterano, Martin Niemöller, cuyo nombre quizá no le sonará a usted siquiera. Y hasta  parece que esto no era siquiera un poema, sino un sermón. O si usted sabía de quién era el poema-sermón, que no va a ser esta bloguera la única que esté al loro, a lo mejor ignora las circunstancias de la vida de ese señor.

Esta bloguera, que sabe desde hace bastante esta historia de la errónea atribución, tiene que mirar cómo se escribe de cada vez el nombre de este segundo señor ¿Martin cómo era?, porque, francamente, se le escapa. Sin embargo, de Brecht recuerda sin mirarlo otras citas memorables, y que le vienen mucho, pero mucho, mucho, mucho, a la cabeza últimamente, además de no dudar en cómo se escribe su nombre:

«Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad»

«Cuando el delito se multiplica, nadie quiere verlo»

«La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer.»

y, claro, estas dos:

«Robar un banco es un delito, pero más delito es fundarlo

y

«El que no conoce la verdad es simplemente un ignorante. Pero el que la conoce y la llama mentira, ese es un criminal«.

La belleza y la verdad del primer poema, ¿desaparecen si es del señor Niemöller -de nuevo he tenido que mirar cómo se escribe, y abajo tiene la foto- , en vez de ser del señor Brecht? ¿Tan tontos somos? ¿La literatura, la filosofía, el sentido común, van por marcas, como la ropa de lujo? El clérigo Niemöller, por cierto, se opuso a los nazis; fue encarcelado y luego estuvo internado más de siete años en campos de concentración nazis. Imagine usted, si puede, que yo no, más siete años en campos de concentración nazis, el mal absoluto. ¿Le cae peor, le quitamos mérito de sensatez y belleza a su poema si sabe que ese señor tuvo una breve época en que, antes de pasarse al bando contrario y sufrir lo que sufrió, no solo no se opuso frontalmente al nazismo -algo nada fácil- sino que como tantos otros hasta lo apoyó, Imagenvisto el desastre de la República de Weimar? ¿Hay que ser héroes permanentes? ¿Personas de una pieza? ¿Acertar siempre y desde el principio? ¿No es posible equivocarse inicialmente y rectificar? ¿Solo es posible oponerse a un planteamiento desde un único punto de vista? ¿O ya no le gusta tanto el poema porque el problema es que resulta que era un clérigo y no un dramaturgo su autor, y un sermón y no un poema, y a usted los clérigos no le van y los sermones menos aún?

¿Y qué añade a la razonabilidad, o no, de lo que expresan las otras citas transcritas sean de Bertolt Brecht, que, por cierto, según numerosas fuentes, sí que lo son y no hay duda?

De Bertolt Brecht además del dato de su indiscutible valor literario general, consta que también se opuso al nazismo de otra forma, y sin cárcel ni campo de concentración, y sufrió el exilio, y  sugieren algunos -con fundamento o por dar mejor impresión-, que quizá lo  asesinó la infame policía secreta Stasi de la difunta República «Democrática» Alemana, o sea, la Alemania Oriental. Él mismo fue comunista, y premio Stalin de la Paz, nada menos. Sí, Stalin, ese repugnante asesino de masas, lo peor, junto con Hitler y otros cuantos, del duro siglo XX de los totalitalismos y las espantosas dictaduras, dio nombre a un premio de la Paz, que fue aceptado como un honor por una pila de personas incluyendo intelectuales, y a Brecht se le otorgó ese premio al año siguiente de morir Stalin.

Uf con este Brecht ¿no? Por motivos incomprensibles para esta bloguera, para algunos siguen teniendo buena prensa los estalinistas, sin duda mejor que los partidarios de otro tipo de totalitarismos, y al en su día partidario de los totalitarios de un signo eso hasta se le considera un mérito de buena fe o se le perdona, y si era del otro signo jamás; pero, incluso con ese sesgo, ser premiado por estalinistas resulta hoy día bastante feo o rechina. ¿Ya no le hacemos caso entonces al Sr. Brecht? ¿La interesante lista de citas ya no le parece a usted tan interesante? Porque esta bloguera siente muy escasa simpatía por los estalinistas, pero considera que esas citas son inmejorables, de fondo y forma. Por si le puede volver a interesar Brecht, quizá conviene que sepa que hay quien dice que era más bien anarquista, y que no se casó con nadie, ni siquiera con el estalinismo; sorprende quizá que haya quien pueda suponer que pudiera premiarse a poco de morir Stalin, con el premio que llevaba su nombre, a alguien del que hubiera duda de que fuera opositor, o que un discrepante aceptara un premio con ese nombre, pero, en fin, sigamos.

Añadamos otras citas, con otra perspectiva. De Lincoln, arropado como argumento de autoridad, no solo porque dicen los estadounidenses que es una autoridad moral -algo que, en fin, considerando que ahí está Obama, premio preventivo de la Paz, que no ha cerrado Guantánamo, ordenó la muerte de Bin Laden sin juicio y espía a ciudadanos propios y ajenos y otras hierbas-,  sino por un dato irrefutable: fue asesinado sin duda, no como hipótesis no verificada, e incluso quién sabe si interesada, en el caso de Brecht. Se le atribuye esta cita, de plena actualidad: Imagen

«Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder

Repita, a ser posible en voz alta: «Si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder».

Suena bien ¿verdad?

Y viene muy a cuento pensando en determinadas personas que en la actualidad ostentan responsabilidades de gobierno.

Mi abuela, y aquí no hablo ya de atribuciones de citas más o menos dudosas, sino que puedo dar personalmente fe de la veracidad de la cita, lo expresaba de otra forma:

«Si quieres saber cómo es fulanito, dale un carguito«.

Pues Lincoln, ese modelo de integridad moral y buena persona, y que dijo eso tan acertado de “Si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder” , al parecer también dijo esto otro:

«No estoy, ni nunca he estado, a favor de equiparar social y políticamente a las razas blanca y negra; que no estoy, ni nunca he estado, a favor de dejar votar ni formar parte de los jurados a los negros, ni de permitirles ocupar puestos en la administración, ni de casarse con blancos».

Ahí queda eso.

Si el gran Lincoln dijo eso, lo último que he citado, imagine qué cosas estarán diciendo «los suyos» políticos e ideológicos en este momentos, qué cosas usted no compartirá cuando la perspectiva del tiempo le permita ver mejor lo que ahora resulta desdibujado por la cercanía excesiva. Y cuando me refiero a «los suyos«, me refiero, claro, a cualesquiera «suyos» de usted,  o sea, a estos, a los otros, a los de más allá, a los de más allí y a los de más acullá y etcétera.

Pensar por cuenta propia y distanciarse un poco no es tan malo, aunque, claro, es mucho más cansado, dónde va a parar. Por un lado, obliga a no aceptar acríticamente todo lo que digan y hagan «los míos«; por otra, a no rechazar en bloque lo del contrario. Pero es que salvo el caso del mal absoluto, personificado en los totalitarismos del siglo XX, esto es cuestión de grados. ¿De verdad los que piensan distinto que usted en política son «contrarios«? ¿Qué tal si lo dejamos, como mucho, en «adversarios«? ¿Y qué tal si pensamos que en algo, cuanto menos en algo, pueden tener razón y buena fe, alguna vez? ¿Y qué tal si alguna vez se sale usted del rebaño y deja de formar parte de la comisión de aplausos de su propio partido, sea este, el otro o el de más allá? O de la comisión de aplausos de los sin-partido, esa que se dedica a despotricar a troche y moche contra todo y todos, porque aquí todos son sinvergüenzas, todos están pringados y son lo mismo y esto no tiene arreglo.

Y así, intentando pensar por cuenta propia hasta se puede admitir la verdad, y la belleza, del poema/sermón de Niemöller (¿pero cómo  se escribe este nombre, por favor?) . Aunque no sea del gran dramaturgo Bertolt Brecht, sino de otro señor cuyo nombre no suena de nada. O aunque Brecht sea comunista, o deje de serlo, o Niemöller fuera clérigo y se equivocara, como nos equivocamos todos.

Como se ha equivocado, sin ir más lejos, esta bloguera, al escribir este post y, lo que es peor, hacerle a usted perder el tiempo leyéndolo.  Y por cierto, como dijo Thomas Jefferson, ese señor tan respetable que fue un gran presidente de Estados Unidos a Foto del momento exacto en que un globo de agua explotaprimeros del siglo XIX, uno de los padres fundadores, pero, que vaya, tenía un montón de esclavos, «Es más honorable reparar un mal que persistir en él«. Así que aquí acaba este post, porque reparar no puedo, pero dejar de persistir sí. Si le sirve de algo, le incluyo para compensarle esta maravillosa foto del momento exacto en que un globo relleno de agua explota al pincharlo. La foto no tiene nada que ver con el post pero que no me negará que al menos le compensa en parte haber perdido el tiempo.

Vale, que como usted sin duda sabe perfectamente porque figura al final del prólogo de la primera parte del Quijote, es la fórmula de despedida en latín.

Verónica del Carpio Fiestas

A la memoria de mis dos queridas abuelas. Tuve la suerte de conocer a las dos, y las dos dijeron cosas memorables.

Acerca de Verónica del Carpio Fiestas

Abogada desde 1986. Colegiada ICAM nº 28.303 Profesora de Derecho Civil en el Departamento de Derecho Civil UNED desde 1992 Despacho profesional: C/ Santísima Trinidad, 30, 1° 5, 28010 Madrid (España) Tf. (+34) 917819377 e-mail veronica@delcarpio.es En Twitter @veronicadelcarp
Esta entrada fue publicada en Bertolt Brecht, globo, intolerancia, Lincoln, Niemöller, Primero vinieron, sectarismo. Guarda el enlace permanente.